miércoles, 10 de julio de 2013

La flor.


A pocas semanas de nuestro muy esperado aniversario, Nicholas trajo a casa, de su visita a las amazonas una bellísima y exótica flor a la cual paso días y noches enteras cuidando y mimando, hasta el punto de descuidar su salud y a su matrimonio.

—Tiene una finalidad importante—me recordaba cada vez que lo veía con mala cara mientras regaba la planta. No salía al llegar a casa, en vez de preguntar por cómo había sido mi día solo preguntaba cómo estaba la flor. Hasta que ese día llego donde me arme de valor, inhalé el aire que  lleno mis pulmones de valentía, misma valentía que me permitió  descargar en mi marido la necesidad que tenia de atención, sintiéndome abandonada y rebelando que ciertamente estaba envidiosa de una patética flor. Mi marido, en cambio por momento se ahogaba con palabras que no se atrevía a decir, entonces solo callaba, dejando que yo aprovechara y siguiera  recriminando y pidiéndole que tire a la basura la flor, pero se había negado rotundamente. Alejándome más cada día, haciendo la brecha entre nosotros más grande todavía.

No bastaba con lo infeliz que me sentía, lo estúpida que me veía al sentir celos de una de una planta. Era el día de nuestro tan esperado aniversario, pero, no había contado con que pelearíamos de nuevo a causa de esa flor que no solo iba destruyendo nuestro matrimonio, sino que también descuidaba su salud que después de todo para mí era lo más importante, salí del cuarto donde él se encerraba a practicar la jardinería, luego de decirle toda la porquería que pudo salir por mi boca en el momento de enojo, estrellando la puerta, entonces justo después,  detrás de mi escuche como su cuerpo se desplomo en el piso.
Deje caer la taza de té que tenía en las manos al ver su cuerpo colapsando en el piso... un frio helado recorrió mi espina dorsal  dejándome inmóvil. Quería tirarme a su lado pero el shock tenía mis piernas pegadas al piso y temblando del horror. Manteniendo un desgarrador punzón en el estómago y un amargo sabor en la boca, me miro con una mirada cálida usual en él a pesar de tu estado deplorable rompiendo así las cadenas que me pegaban al suelo. Me desplome encima de mis rodillas y sin importarme el ardor que sentía en ellas, me acerque a él a rastras, le di una examinada rápida notando que cada vez se ponía más pálido y decadente. Colocando su cabeza en mi regazo me dio una sonrisa que estallo el llanto en mí, aparte el cabello de su rostro y mientras secaba la espuma que salía de tu boca con mi vestido iba recordando como esa misma mañana había terminado de verter el suero asesino que le había estado echando  a la maldita flor— ¿Cómo fuiste tú a ser la victima?  —Me preguntaba en mis adentros, completamente destrozada— ¿Cuánto tiempo había disimulado ante mí? ¿Cuánto tiempo su vida había estado yéndose frente a mí?  —había sido tan egoísta, nunca me hubiera imaginado que todo terminaría de esa manera tan fatal y tétrica—era para ti amor— susurro con suma dificultad utilizando su último aliento de vida entonces enseguida murió y yo detrás de él.


Hoy esa hermosa flor aún vive como si no hubiera pasado nada, deslumbrando con sus colores desde la ventana la lúgubre casa de una asesina.

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