A pocas
semanas de nuestro muy esperado aniversario, Nicholas trajo a casa, de su
visita a las amazonas una bellísima y exótica flor a la cual paso días y noches
enteras cuidando y mimando, hasta el punto de descuidar su salud y a su
matrimonio.
—Tiene una
finalidad importante—me recordaba cada vez que lo veía con mala cara mientras
regaba la planta. No salía al llegar a casa, en vez de preguntar por cómo había
sido mi día solo preguntaba cómo estaba la flor. Hasta que ese día llego donde
me arme de valor, inhalé el aire que
lleno mis pulmones de valentía, misma valentía que me permitió descargar en mi marido la necesidad que tenia
de atención, sintiéndome abandonada y rebelando que ciertamente estaba
envidiosa de una patética flor. Mi marido, en cambio por momento se ahogaba con
palabras que no se atrevía a decir, entonces solo callaba, dejando que yo aprovechara
y siguiera recriminando y pidiéndole que
tire a la basura la flor, pero se había negado rotundamente. Alejándome más cada
día, haciendo la brecha entre nosotros más grande todavía.
No bastaba
con lo infeliz que me sentía, lo estúpida que me veía al sentir celos de una de
una planta. Era el día de nuestro tan esperado aniversario, pero, no había contado
con que pelearíamos de nuevo a causa de esa flor que no solo iba destruyendo
nuestro matrimonio, sino que también descuidaba su salud que después de todo
para mí era lo más importante, salí del cuarto donde él se encerraba a practicar
la jardinería, luego de decirle toda la porquería que pudo salir por mi boca en
el momento de enojo, estrellando la puerta, entonces justo después, detrás de mi escuche como su cuerpo se
desplomo en el piso.
Deje caer la
taza de té que tenía en las manos al ver su cuerpo colapsando en el piso... un
frio helado recorrió mi espina dorsal dejándome
inmóvil. Quería tirarme a su lado pero el shock tenía mis piernas pegadas al
piso y temblando del horror. Manteniendo un desgarrador punzón en el estómago y
un amargo sabor en la boca, me miro con una mirada cálida usual en él a pesar
de tu estado deplorable rompiendo así las cadenas que me pegaban al suelo. Me
desplome encima de mis rodillas y sin importarme el ardor que sentía en ellas, me
acerque a él a rastras, le di una examinada rápida notando que cada vez se
ponía más pálido y decadente. Colocando su cabeza en mi regazo me dio una
sonrisa que estallo el llanto en mí, aparte el cabello de su rostro y mientras
secaba la espuma que salía de tu boca con mi vestido iba recordando como esa
misma mañana había terminado de verter el suero asesino que le había estado echando
a la maldita flor— ¿Cómo fuiste tú a ser
la victima? —Me preguntaba en mis adentros,
completamente destrozada— ¿Cuánto tiempo había disimulado ante mí? ¿Cuánto tiempo
su vida había estado yéndose frente a mí? —había sido tan egoísta, nunca me hubiera imaginado
que todo terminaría de esa manera tan fatal y tétrica—era para ti amor— susurro
con suma dificultad utilizando su último aliento de vida entonces enseguida
murió y yo detrás de él.
Hoy esa
hermosa flor aún vive como si no hubiera pasado nada, deslumbrando con sus
colores desde la ventana la lúgubre casa de una asesina.
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